Quizás para quienes no están acostumbrados a beber su café sin azúcar, el amargor propio de la bebida les resulta incómodo. Pero, hay un truco que ha trascendido por décadas, y tiene que ver con un ingrediente poco común, la sal.

Se dice que al añadir una pizca de sal al café logra reducir el amargor del mismo, y aunque esto parezca antagónico, es totalmente cierto. La sal equilibra los sabores más fuertes del café y permite que el paladar sea más sensible a sus sabores dulces.

El científico Alton Brown sugiere que añadir sal al café puede aplacar los sabores rancios y que a su vez tiene mejor efecto que el azúcar para reducir el amargor de la bebida.

La ciencia detrás de este viejo truco tiene relación con un proceso que se conoce como “percepción intermodal”, puesto que al añadir sal al café y beberlo, se activan los receptores de amargo y salado en nuestras papilas gustativas, ocasionando que se suprima el sabor amargo del café y activando en el gusto los receptores de dulce.

Esto ocasiona que el paladar sea más sensible a los sabores dulces ya existentes en el café. Algo muy similar sucede cuando al preparar una margarita colocan sal en el borde del vaso, esto permite que se pueda degustar con mayor facilidad los sabores dulces del limón y el tequila.

¿Este truco aplica para cualquier tipo de café?

Añadir sal al café es recomendable cuando se tiene un café de características muy amargas o de tueste muy oscuro. Un buen grano de café debería producir el amargor justo en taza. 

Cuando de café de especialidad se trata no es tan recomendable aplicar este tipo de técnicas, añadir sal puede estropear el perfil del café o enmascarar su sabor. En su lugar el café comercial puede ser un buen candidato para realizar este tipo de pruebas.

La cantidad de sal para añadir al café puede ser desde una pizca hasta media cucharadita. Se debe proceder con precaución para no estropear el sabor del café.